POETAS DEL OLIMPO

POETAS DEL OLIMPO

sábado, 3 de mayo de 2014

JOSÉ RAFAEL RIVERO


POEMAS COMPARTIDOS


Profundo Sentimiento

Muéstrame el camino, ese que lleva hacia tus entrañas, y permíteme sembrar en tus profundidades este amor que se desborda en cada paso, en cada roce, en cada suspiro que tu presencia genera en mi desde que el Sol sale hasta que se mezclan los colores al final del horizonte.


Enséñame el lenguaje del amor, con tus señas, con tu torso, con esa mirada que cautiva mis sentimientos, con cada pensamiento que se entrelaza en mis dedos al tomar tu mano, enséñame a vivir tu realidad profunda en la piel y el alma.

Nos pertenecemos, en lo más profundo del Universo, allí donde nacen las estrellas, donde el temblor se hace presente en el beso persistente que te invade, que me roba una sonrisa, que nos une entre caricias y el latir soñado de tu pecho en el mío.

Vivimos en mundo de tontos, en el que nos perdemos los detalles, las formas, el brillo de aquello que deseamos, sin abrir los ojos, caminando en varios sentidos y realmente necesitamos aprender, necesito aprender a ser parte de ti.

Y este profundo sentimiento que está ligado a mi vida busca tu vida en la lluvia, en el viento, en el girasol, en el verde pastizal que adorna las montañas, esas en las que una y otra vez nos encontramos en mis sueños de madrugada cuando no estás...

Es allá, en la distancia que nos separa, en el deseo que nos acerca, donde nos pertenecemos...



Amar

Que se entere el mundo del sentimiento profundo, que no importa nada más cuando de amar se trata, cuando cada noche caigo consciente entre tus brazos mientras vivo fantasías que no terminan en la aurora, que se avivan con el paso del Sol por el Azul.


Porque tan sólo es amar, una señal, un signo que se hace en el camino infinito de la piel, donde mueres y naces con cada roce, con cada sueño, mientras tu cercanía es la locura de tenerte frente a mi, y desprenderme de ilusiones cautivadas por el viento.

Tu, convertida en luna y nube, abrazando con templanza el valor de un suspiro, el clamor de cada giro de tu torso en mi cintura, mientras cada paso se hace corto y respirarte a mi antojo es en realidad amar como un amanecer que se hace presente entre realidades adornadas con estrellas de una noche que se marcha llena de emoción.

Y es que el amar se impregna, se vive, se lleva, de manera predilecta, como arena donde pisas y se van formando huellas que luego el mar acaricia y se lleva para guardar como recuerdos hermosos de momentos vividos, en el vaivén del suspiro que cada verso le ofrece.

Viviré sintiendo el amor, el amar, en cada tarde, cada noche, cuando luego de en sueños viajar,  en el primer suspiro del amanecer, y hasta el último aliento de vida te he de llevar...





Lluvia de Chocolate


Caía la tarde de un día lluvioso, las ramas goteaban aún y la brisa se dejaba colar por las ventanas, fría y sedienta de un cuerpo al cual abrazar. Habíamos visto aquel programa de chocolaterapia y nos pareció relajante y excitante así que decidimos usar una barra de chocolate de un kilo que recién habíamos comprado. Lo derretimos y poniendo música sugerente y suave a la vez nos fuimos quitando la ropa lentamente mientras nos mirábamos a los ojos y la lluvia arreciaba por momentos.

Te recostaste boca abajo y lentamente fui regando el chocolate en tu espalda... suspirabas y sonreías, me pedías probarlo de a poco, acercaba un dedo untado y te servías de él mientras continuaba esparciendo por tu torso aquel oscuro manto que invitaba al relax en una tarde como pocas.

El chocolate se regaba en cada curva, en cada pliegue y tus poros iban absorbiendo cada átomo de placer que se activaba con cada roce de mis manos en tu cuerpo. Bajé un poco más, entregando sensaciones en tus muslos mientras un relámpago tensaba el ambiente afuera y en la habitación todo lo contrario, se iba relajando más y más.

Decidiste voltearte y tu cuerpo se fue emparejando del mismo color, con el mismo aroma y esa sonrisa en tu rostro que invitaba a seguir sembrando en cada poro una semilla placentera, para luego cosechar ese fruto delicioso de la pasión.

Tu abdomen mostraba planicies no conquistadas y más allá las colinas apuntaban hacia un cielo ya húmedo que clamaba ansiosamente sinfonías entre los cuerpos que buscaban amoldarse, aromatizados, endulzados, liberados de barreras.

Comencé mi expedición colina arriba, conquistando cada cúspide, clamando en la premura del silencio ahogado de suspiros, la respiración se marcaba con el ritmo de cada roce, cada mirada, el calor de los cuerpos mantenía el chocolate derretido y el vaivén no se hizo esperar.

La tempestad arreciaba mientras los cuerpos se fundían una y otra vez, la ebullición de sentires se disparaba al cielo entre gemidos dispersos y ese temblor tan tuyo que conquistaba mis entrañas en un abrazo eterno que nos marcaba como la primera vez, bajo aquella primera lluvia, en la que sucumbimos al deseo un atardecer de invierno, en medio de un Te Amo profundo y sincero...

No hay comentarios:

Publicar un comentario